En “Marte”, la superficie del planeta rojo cobra vida a través de texturas y colores profundos que nos transportan al corazón de un territorio aún por explorar. Los tonos rojizos, marrones y ocres evocan los paisajes áridos de este mundo distante, mientras que los detalles sutiles invitan al espectador a reflexionar sobre el futuro de la exploración humana y nuestra eterna búsqueda de respuestas en el cosmos. Esta obra representa no solo un lugar, sino una invitación a soñar con lo que está más allá de lo visible, donde lo desconocido se encuentra con lo imaginado.